Me levante de la cama aun desnuda y me metí en el baño para darme una
ducha relajante. Cerré el grifo y me lié en mi toalla. Me vestí con unos shorts
de pijama y una sudadera;
Samuel: ¿estás bien? –dijo mirándome-
Ainhoa: si, ¿por qué?
Samuel: ¿te he hecho daño? –dijo con la voz apagada-
Ainhoa: no, no, tu tranquilo, lo has hecho genial. –Dije dándole un
beso-
{Cuatro días después}
Llego el día en el que teníamos que irnos de la ciudad que tantos
recuerdos nos había dejado, esos recuerdos que no olvidas aunque pasen cien
años. Llegamos a España y cogimos nuestras maletas;
Ainhoa: quédate hoy en mi casa. –dije poniendo cara de cachorrito-
Samuel: no puedo, he quedado para salir de fiesta con un amigo que hace
mucho tiempo que no veo, mañana soy todo tuyo. –dijo abrazándome-
Ainhoa: esta bien, pero no bebas mucho, por favor.
Samuel: yo no bebo, mi amor. –dijo besándome-
Deje a Samuel en su casa y me fui a la mia, deshice la maleta y me
tumbe en el sofá a ver varias películas, total, no tenia nada mejor que hacer. Recibí
un mensaje en mi móvil, al abrir aquel mensaje, mi móvil cayo instantáneamente
al suelo haciendo que rebotase en el sofá. Ese mensaje cambiaría mi vida por
completo. Era una foto de Samuel
besando en los labios a una morena en la puerta de una discoteca. Tenía un
texto: “A esto es a lo que se dedica tu novio cuando sale de fiesta sin ti”. Me senté en el sofá y hundí mi cara en mis manos
mientras lloraba desconsoladamente. Me sentía una inútil. Cogí mi móvil y llame
a Samuel;
Samuel: dime, Ainhoa.
Ainhoa: escúchame atentamente, no me llames, no vuelvas a hablarme en
el trabajo, olvida donde vivo y olvídame a mí.
Dicho eso, colgué el móvil y lo tire al sofá, sentándome en el suelo
sin parar de llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario