jueves, 3 de diciembre de 2015

Capitulo 25. {Novela Vegetta}

Me siento como si estuviera incubando un virus y fuera consciente de que en cualquier instante se expandirá por el interior de mi confuso corazón. El problema está en si me quiero curar. En si quiero ese antídoto antes de enfermar de verdad. Porque una vez que consiga sujetarme no lograré deshacerme de él. Así es el amor. Te engancha y te suelta a su antojo. ¿Tengo opción de elegir? Posiblemente, no. No manda la razón. No seleccionas tú. Es tanto el poder de ese virus que, si te atrapa, no te suelta. Sólo queda luchar contra él. Poner remedio. Mostrarte firme y ahuyentar la debilidad. Si eres débil, si te dejas llevar, habrás caído en la red. No sé si estoy en condiciones de enamorarme de otra persona. No creo que tenga derecho a que se me iluminen los ojos mirando otros ojos. Entonces, ¿es una prueba? ¿Una lección de fortaleza? ¿Un cambio de dirección en mi vida? No estoy segura. Sólo sé que deseaba ese beso. Cuando se acercó a mi boca, cuando respiré su respiración, cuando escuché latir a toda prisa su corazón, quise probar sus labios. Y él, ¿me quería besar? No sé si está jugando. Si sólo soy un reto. Una diversión para alguien que puede divertirse con quien quiera. Ésa es la impresión que me da. Aunque diga que sueña conmigo, que tengo los ojos bonitos, que piensa en mí... No me lo creo. No creo que un chico así pueda estar interesado en alguien como yo. ¿Es posible que me esté enamorando? Me siento culpable por estar divagando sobre una nueva aventura. Decisiones que marcarán mi vida y para las que no sé si estoy preparada. Me separe lentamente de los labios de Raúl y me quede mirándole;

Ainhoa: Me tengo que ir. –dije levantándome-
Raúl: Lo siento, no debería haberlo hecho… -dijo tocándose la cabeza-
Ainhoa: No pasa nada, todo bien.

Me despedí de Raúl con dos besos en la mejilla y me monte en mi coche camino a casa, en mi cabeza rondaron miles de pensamientos, Raúl tenía razón en eso de que en mi cabeza había muchos pensamientos. Al llegar a casa me tumbe en la cama mientras sonaba de fondo una playlist aleatoria de Spotify. En ese mismo momento, mi móvil sono dejando ver en su pantalla un mensaje de Raúl;

Raúl: Te sigo pidiendo perdón por ese beso, he ido demasiado rápido, lo siento.
Ainhoa: Te repito que no pasa nada, todos cometemos errores, está todo bien, si quieres mañana quedamos para tomar un café y hablamos de todo.
Raúl: Perfecto, nos vemos en el Starbucks de Gran Vía, buenas noches.

Le respondí dándole las buenas noches y solté el móvil en la mesa, acabe pensando en si me había gustado aquel beso, de lo cual mi respuesta fue clara: si. 

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