domingo, 3 de enero de 2016

Capitulo 34. {Novela Vegetta}

Cuando termino el evento por ese día, deje a Marina en su casa y me fui hasta la mía, por el camino, mis notificaciones de Instagram se dispararon. Llegaron miles de likes a mi antigua foto con Samuel, nunca imagine que esa foto podría causar tanto revuelo, aunque tarde o temprano con la fama de Samuel se iba a conocer nuestro pasado.

Aquella noche recordé los correos que estuve enviándome con Samuel durante un tiempo, abrí mi correo y los releí todos. Tenía muchas ganas de volver a hablar con el, pese al tiempo y los hechos, seguía sintiendo cosas por el, algo que era normal ya que estuvimos a punto de ser padres y todo. El encuentro de hoy me había hecho recapacitar en todo. Eche valor y empecé a escribirle un correo;

Ainhoa: Te tenía abandonado. Hacía varias semanas que quería sentarme delante del ordenador y contarte lo que sentía. Pero unas veces por falta de tiempo, otras por falta de compromiso, me terminaba rindiendo y dejaba pasar la ocasión. Pero hoy no. Hoy he decidido continuar hablándote de mí. De lo que siento. De ese cosquilleo que invade mi estómago cada vez que tengo algo que contarte. Me apetecía teclear mis pensamientos como hacía antes. Escribir desahoga, te da valor. Al menos a mí, que sigo siendo una tonta introvertida y me cuesta expresarme. Ya lo sabes, mi secreto ha sido revelado. Ahora todos se han enterado de quién soy y que fuimos. Ha sido una gran liberación personal y un alivio insuperable. Pero ¿quién no se guarda algo para sí mismo? Siempre existen secretos. Siempre. Todos tenemos algo que ocultar. Así que, aunque se desvelo el mayor de ellos, ahora vuelvo a esconder un pedacito de mi historia en un baúl invisible cerrado con llave. Una llave que sólo yo sé dónde está guardada, que sólo yo puedo encontrar.

El amor es tan complicado. En unos meses puedes pasar por todos los estados inimaginables. Puedes querer a alguien y no ser correspondido. O justo lo contrario. En

ambos casos hay dolor. Se pasa mal. Esa persona, la otra, no siente lo mismo que tú, en cualquiera de los dos sentidos del camino. Y sin embargo, está ahí. Existe. La ves, hablas con ella. Aguantando ese dolor interno por el rechazo o sintiéndose culpable por no querer de la misma forma. Sólo el tiempo cura ese mal. Y, a veces, ni siquiera el tiempo es antídoto y el dolor dura para siempre.

Pero ¿y cuándo el amor es correspondido? Cuando el amor es correspondido, todavía es más complicado. Y duele igual o más. Aparecen los celos, las tentaciones, los malos entendidos..., las dudas. ¿Seguirás sintiendo lo mismo que yo? Y yo, ¿siento lo mismo que el primer día? Cuando las dudas se apoderan de ti, el amor que era correspondido se transforma en preguntas. Decenas de preguntas que quizá no tengan respuesta. Ni los besos saben igual de un mes para otro. Sin embargo, y a pesar de todo, las ganas por querer persisten. Aunque sólo vivas de los recuerdos. De esos recuerdos que serán eternos hasta que vengan otros recuerdos que los sustituyan. Me está pasando a mí, pero no soy ni seré la única. Te quiero Samuel.

Cerre mi correo y deje el ordenador en mi escritorio, no tenia esperanzas de que Samuel me contestara ahora porque estaría descansando después del día tan candado.

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