Me levante a coger el ordenador y abrí el
mensaje;
Samuel: ¿Sabes qué? Los meses que he
estado en Los Ángeles sin saber nada de ti han sido los peores meses de mi
vida, quería llamarte, hablar contigo, abrazarte, besarte, iba a hacer todo
esto cuando estuviste allí en el desfile, pero se me fueron las fuerzas y solo
fui capaz de verte desde lejos. Mis ilusiones desaparecieron por completo
cuando te vi con él, con Auron, y dirás, ¿lo conoces? Pues sí, lo conozco,
todos los youtubers nos conocemos entre nosotros, mi relación no ha sido buena
con él desde que supe que estabais juntos. Al verte hoy allí en primera fila
del evento mi vida ha cambiado por completo, mi primera idea fue preguntarte
por el, y asi lo hice. Parecera extraño y maligno, pero me alegre cuando me
confirmaste que no estabais juntos. Y respecto a que nuestro secreto haya sido
descubierto, me da igual, quiero que nos vuelvan a ver juntos, agarrados de la
mano, abrazados, de cualquier manera. Dijimos que aquel viaje era el primero de
muchos, y creo que ahora ha llegado nuestra oportunidad de recuperar el tiempo
perdido. Mañana te espero en la puerta trasera del lugar del evento, tengo unos
pases para Marina y para ti.
Una sonrisa ilumino mi rostro. Apague el
ordenador y mi cabeza empezó a darle vueltas a como cambio Raúl de un día a
otro. ¿Realmente conocemos a las personas como creemos? ¿Es posible que alguien
cambie tanto de un día para otro como para acabar no reconociéndole? Después de
mis últimas experiencias tengo que decir que sí, que es posible. Es muy duro, y
si, además, es alguien a quien queremos, duele más. A lo mejor, lo que sucede
es que nos colocamos una venda en los ojos y no nos damos cuenta de lo que pasa
a nuestro alrededor. ¿No dicen que el amor es ciego? Tal vez los ciegos somos
nosotros y le echamos la culpa al amor. Y es que estoy muy confusa en estos
momentos. No entiendo por qué ha pasado todo esto. ¿Y si es culpa mía? ¿Y si
ese cambio lo provoqué yo? No lo sé; lo único que sé es que el no era así. Ese
no es el chico que me enamoró. El que me hizo comprender que era capaz de
sentir más allá de la piel, de los complejos y de los clichés sociales. El
logró que confiar en mí no fuera una lejana fantasía, sino una valiente
realidad. Puso la primera piedra en la estatua de sentimientos en la que me he
transformado y con la que empiezo a sentirme un poco mejor. ¿Es verdad que se
fue? Cuando piensas en alguien, lo puedes hacer de dos formas: sumando los
recuerdos que te dejó hasta ese día o quedándote con la última visión que has
tenido de él o ella. ¿Cuál es más real? Probablemente, la primera. Sin embargo,
es más habitual caer en la segunda. Al menos, a corto plazo. Tendemos a
quedarnos con la última imagen que tenemos de esa persona. Para bien o para
mal. Y muchas veces nuestro amor o nuestro odio dependen de ese último encuentro,
sin contar con cada uno de los fotogramas con los que se construyó la película.
A partir de ahora, ¿qué? ¿Cómo se supone que debo actuar? Hay muchas opciones,
pero todas a medias. Ninguna será definitiva, ninguna conseguirá solucionar el
problema. En ninguno de los casos me sentiré bien y con ninguna medida me
restableceré de lo que está pasando. Si duermes, te arriesgas a tener
pesadillas. Pero es imposible vivir sin dormir. Por lo tanto, todas esas
opciones son falsas opciones. Aunque de alguna manera hay que comportarse. En
el juego de la vida gana el que es feliz, aunque es posible que todavía a nadie
le hayan dado el primer premio.
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