A la mañana siguiente, Ruben y yo nos despedimos de mi madre y de mi hermano con intención de volver a Los Ángeles después de tantos meses sin estar allí. Desde el día de la boda estuvimos viviendo en Madrid hasta que naciera nuestra hija. Pero primero teníamos que pasar por Madrid para despedirnos de Mangel, ese chico que los apoyo tanto. Actualmente estaba saliendo con una chica llamada Marina, muy simpática y agradable;
Mangel: ¿A que se debe vuestra visita?
Ruben: Volvemos a Los Ángeles, después de haber nacido nuestra hija, es hora de volver.
Marina: Bueno, siempre podremos ir a visitaros, ¿no?
Laia: Por supuesto, allí tenéis vuestra casa.
Mangel: Pues nada, me imagino que esto es un adiós...
Ruben: No, es un "hasta luego", solo vamos a estar en ciudades diferentes, no nos vamos al fin del mundo, estaremos en contacto siempre, vendremos de visita y vosotros iréis allí.
Mangel: Esta bien, tened ciudado, y por favor, no tengáis otro hijo hasta dentro de un tiempo. -Dijo riendo-
Laia: Esta bien. -Respondí con risas-
Recogimos las pocas cosas que teníamos en el piso de Madrid y embarcamos en nuestro avión de vuelta a Los Ángeles, donde nos esperaban Guille, Samuel, Nina y Leire con los brazos abiertos. Ellos fueron los que nos acompañaron en este viaje que es la vida. Si no hubiera sido por ellos, yo no habría conseguido muchas cosas.
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